Bitácora del duelo (1)
He rumiado la idea de escribir este diario desde aquel infausto noviembre. Al principio apareció como una idea difusa, como un discreto asedio nocturno de mis cavilaciones. Con los días se hizo urgente. Como si contarlo todo sirviese de antídoto para el dolor. Pero no me alcanzaba la fuerza. Hasta hoy. Hasta ahora que en medio de esta noche turbia me he relamido las heridas y me he catapultado sobre mi ordenador portátil con ganas de vomitar esta historia. ¿Por dónde empezar? ¿Tiene alguna importancia mi desventura más allá de la curiosidad y el morbo? Después de todo, el desengaño es un drama universal. A todos nos toca alguna vez. Y cuando llega, arrasa con nosotros.